martes, 18 de junio de 2013

Walter Benjamin. Por: Isabel Navarro

Mi entrada de hoy se la dedico a Benjamin, por proporcionarme incansables horas de placer lector...simplemente lo adoro.

“Cada una de sus ideas tiene su lugar en el seno de una extraordinaria unidad de la consciencia filosófica. Sólo que la esencia de esa unidad  consiste en ir hacia afuera, ganarse entregándose a lo múltiple. (…) Establecer incesantemente el centro en la periferia en lugar de desarrollar lo periférico desde el centro”. Así define Theodor W. Adorno el método filosófico y de composición que adopta Benjamin. En otras palabras, la concepción del fragmento como fórmula filosófica que, en cuanto a su carácter de incompleto, retiene algo de aquella fuerza que corresponde a lo universal.                                                            

Para Benjamin este método de composición literaria que articulará la presentación de sus ideas, tiene que ver con la idea misma de verdad que tiene el autor, al igual que Hegel, la verdad para él no es la mera adecuación del pensamiento a la cosa, sino una constelación de ideas que, juntas, forman el nombre ‘divino’ y se valen tanto por sí mismas como en relación con las demás. En relación con este principio de composición, pasamos a comentar su trabajo “La obra de arte en la época de la reproductibilidad técnica” como ejemplo de la labor de Benjamin en el terreno del ensayo. Esta obra constituye una de las cumbres del trabajo de Benjamin en la composición ensayística, en ella describe la base material de la creación artística. Empieza su trabajo haciendo referencia al hecho de que siempre se ha podido reproducir una obra de arte, porque aquello que el ser humano ha creado siempre ha podido ser imitado y recreado por el mismo ser humano. A partir de esta afirmación, el autor pasa al análisis de los diferentes procedimientos mediante los cuales se puede reproducir de manera técnica una obra de arte, pasando por las distintas épocas: desde la Grecia antigua hasta la modernidad. En los distintos momentos que constituye la historia se ha podido alterar el sentido de la obra de arte en la sociedad, su posición, y asimismo se ha alterado también la actitud del artista frente a su producción.                                                       

En la modernidad el objeto artístico puede ser reproducido fácilmente y eso hace que estén diseñados para la reproductibilidad. Pero esta facilidad no sirve más que para entrever otra de las ideas de Benjamin sobre el tema: aun en la más perfecta reproducción falta algo, el aquí y ahora de la obra de arte, su existencia única en el lugar y momento donde ha sido creada. Los cambios que se han producido en la obra con el paso del tiempo, y también la concepción que de la obra de arte se tiene respecto a la época histórica en la que se encuentra (por ejemplo: una estatua de la Virgen no significa lo mismo para las gentes de la Edad Media que para nuestra época, por todo el sentido de sacralidad de la obra misma que ha ido evolucionando), todos estos cambios configuran la autenticidad misma de la obra de arte. Nada de esto puede llegar a reproducirse con la técnica. Otra de las cosas que Benjamin se plantea en este ensayo, es la diferencia entre la reproducción manual y la técnica. La primera constituye toda una falsificación del original, que hace que este mantenga toda su autoridad frente a la pieza reelaborada. Mientras que en el campo de la técnica, la reproducción no está tan ligada al original, por ejemplo, la fotografía. Una fotografía hace que podamos disfrutar de la presencia de una iglesia o un cuadro de Da Vinci en nuestra propia casa, sin dejar de mostrarnos que en esa reproducción se encuentran los rasgos del original.                                                                   

Pese a estas ventajas que podemos observar en la técnica, el autor no deja de defender su posición respecto a la pérdida que se produce con la reproducción. Aquí es necesario introducir el concepto de “aura”. El aura constituye la esencia misma de la obra artística, su historia y esa pureza que la hace auténtica, verdadera. Es decir, es la unión de todos los elementos que se pierden en el momento de la reproducción técnica.  El hecho de crear copias del original hacen que esa misma originalidad desaparezca en el momento que la multiplicidad de reproducciones aparece como posibilidad misma de la técnica.Este procedimiento provoca una manera muy diferente de percibir el arte. Para Benjamin la manera en que los sentidos perciben se determina por condiciones históricas, no naturales. Dice que en su época estos cambios se pueden entender como decadencia del aura y están relacionados con la creciente importancia de las masas. Estos movimientos hacen que sea imposible respetar la unicidad de la obra de arte ni el lugar único donde está ubicada porque todos quieren disfrutar de ella, y por eso se recurre a la reproducción técnica, ya que es la única manera de reducir estas distancias.                   

Para Benjamin esto también afecta a la función social del arte. Las obras de la antigüedad nacieron para dar testimonio a un ritual, se rodeaban de una cierta magia para luego pasar al ámbito de lo religioso, es decir, conservaba un aura especial y por eso se trataba de obras únicas. La reproductibilidad técnica arranca la obra de arte del terreno ‘aurático’ para pasar a su secularización.Retomando la idea de composición fragmentaria que encontramos en la filosofía de Benjamin, y habiendo tomado como ejemplo “La obra de arte en la época de la reproductibilidad técnica”que nos habla entre otras cosas, de la mercantilización masificada del arte, aquí vemos bien reflejado el elemento objetivo y externo que es la citación de diferentes ideas que componen su obra: la idea de reproducción técnica frente a la idea de reproducción material, el cambio de concepción de la obra artística por el transcurso de la historia, el concepto de aura…                                                                                  
Mediante estos pequeños elementos trata de construir un recorrido plagado de sentido que expresa una negación de toda verdad absoluta y la institucionalización de su propio pensamiento. Podríamos, así, definir su escritura como el lugar donde diferentes elementos se encuentran y se produce un instante de revelación. Todo ensayo tiene que ver con la idea de búsqueda de sentido, así Benjamin establecerá este diálogo en su escritura que conformará la idea de constelación  por la multiplicidad de elementos que se hayan y conforman su relato.                                                                        
Igualmente hay que hacer referencia al hecho de que su escritura constituye más un intento de tentativa que una forma acabada, como marcaría la tradición. Se resiste al intento de ser clasificado. El fragmento se presenta como expresión cada vez más parcial: son trozos de totalidad, es el intento por materializar un sujeto que se haya disperso, fragmentado. Benjamin no piensa en términos de totalidad, por eso la forma de su discurso marca el contenido.

La colección de fragmentos del autor se nos presentaría como posibilidad utópica de vivir, rescatando partes de una totalidad ya pasada que constituyen la propia historia.“En los productos residuales reconocen el rostro que el mundo de los objetos les vuelve precisamente, y sólo a ellos”. W. Benjamin, “Terreno en construcción”.

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