viernes, 27 de diciembre de 2013

TOKIO BLUES, Haruki Murakami. Por: Isabel Navarro.

"-¿Dónde estás? -susurró.
¿Dónde estaba? Todavía con el auricular en la mano, levanté la cabeza y miré alrededor de la cabina. ¿Dónde estaba? No logré averiguarlo. No tenía la más remota idea de dónde me hallaba. ¿Qué sitio era aquel? Mis pupilas reflejaban las siluetas de la multitud dirigiéndose a ninguna parte. Y yo me encontraba en medio de ninguna parte llamando a Midori."

Así Watanabe, el protagonista de Tokio Blues, también conocida por Norwegian Wood, del escritor japonés Haruki Murakami, cierra el libro con sus últimas frases.

Bien, primero quiero decir que para nada soy lectora de bestsellers, al contrario, es algo que prefiero evitar. Que sean superventas, que sea lo primero que ven nuestros ojos al entrar a las librerías no justifica que el interior sea de calidad, más bien al contrario, pero dejaré mis opiniones para más adelante.

Hoy sí me centro en el comentario de una de las novelas más famosas de Murakami, consagrado en el mundo actual de la lectura por sus exitosas obras, esto es como he dicho: voy a hablar de un bestseller por cuestiones académicas.

De lectura fácil y adictiva, Tokio Blues relata las memorias de Watanabe sobre su juventud mientras se encuentra a bordo de un avión y escucha una canción de los Beatles, que le hace retroceder a tiempos pasados. El hecho de que está en el avión queda totalmente en segundo plano en el momento que empieza a relatar sus recuerdos y en ningún punto del libro vamos a acordarnos que el protagonista está sobrevolando los cielos, ya que la memoria pasa al plano principal, y los recuerdos van pasando de unos a otros, alargando su comentario o haciéndolo más corto dependiendo del interés del autor por seguir el relato y al mismo tiempo, según la importancia que el protagonista les da. Recuerda el suicidio de su mejor amigo, la relación posterior con la novia de este, la misteriosa Naoko; la aparición de otra mujer que le lleva a experimentar el desengaño cuando todo debería cobrar sentido: el sexo el amor y la muerte.
Podríamos hablar entonces de la muerte, el amor, el sexo y la contraposición entre mundo real y ficticio, son los temas principales que podemos observar a lo largo de la novela.

Los diferentes usos del lenguaje también es algo que llama mucho la atención. Pasamos de comentarios sexuales muy explícitos, a conversaciones con un lenguaje muy cargado sentimentalmente.
También las contraposiciones entre los elementos culturales de la sociedad japonesa del momento, la referencia a obras de cantantes del momento como los Beatles en contraposición a los comentarios sobre Mozart o Ravel; la gran presencia de marcas como son Marlboro, Pepsi...nos hace internarnos en un mundo que nos es familiar.

Personalmente, no observo que el relato tenga que llegar a un fin concreto ya que diferentes planos y historias se entrelazan como si te tratara de una red a la cual el protagonista trata de otorgar sentido, pero llegados al final, como hemos visto en el fragmento que he citado al principio, Watanabe no ha encontrado ese sentido, probablemente está más perdido que al principio o que las historias que tejen el laberinto de sus recuerdos.

¿Recomendarla? Sí, está bien. Es adictiva, fácil y muy rápida de leer. Hay que leer a Murakami.

Pero en referencia a lo dicho anteriomente... Por favor, no os quedéis con los libros de las portadas bonitas que ocupan los estantes principales de las librerías. Hay mucho más detrás. ¿Más complicado? ¿Más tiempo a invertir? Seguramente, pero más satisfactorio también. ;)



Isabel Navarro.


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