lunes, 23 de septiembre de 2013

Escucho la soledad

Y llegué justo al lugar donde no quería llegar... era justo el abismo. 

Lo rocé tantas veces, la tentación me acercaba a allí y finalmente caí. Las luces se apagaban lentamente hiriendo todo mi ser. Mi presencia se desvanecía, cada segundo que pasaba me hacía sentir que el tiempo se acaba y me hacía cada vez más pequeño. 

¿Dónde podía encontrarlo? ¿Dónde me podía encontrar a mi mismo? El tiempo pasaba y allí no hallaba a nadie. 

Sentía cómo mi cuerpo se iba hundiendo en lo más hondo de aquel abismo, recordando el transcurso de las estaciones, un ciclo sin fin que debía traer algo, un simple cambio en mi vida, que me hiciese arrastrarme por un mar de mentes, pero nunca llegó. Nunca llegó ese cambio tan esperado y por eso caí, caí en lo más hondo. 

Siento la oscuridad, escucho la soledad... 




José Ángel Moya 



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