martes, 27 de agosto de 2013

so wooooonderfuuuul! Por: Isabel Navarro.


Hay momentos en la vida en que no encuentras otra forma de expresar lo que piensas o lo que sientes si no es escribiendo.

Las palabras, sea con esto dicho el lenguaje, son el gran invento que nunca ha podido crear mejor el ser humano y con la escritura, adquieren (no siempre) el sentido más hermoso e increíble que se les puede dar. En el momento que le damos el honor a una palabra de formar parte de un texto, o solo de una minúscula frase, le estamos dando la oportunidad de desplegarse en todo su máximo esplendor, de compartir su significado y darle mil más, de hacer más bonito o difícil un texto,  estropearlo, dejarlo en tensión, colaborar mostrando más de lo que ahí había escrito…

Saben los libros mismos que son la cosa más envidiable que se puede tener si son capaces de hacer nacer algo en ti. Son el arma que abre las puertas al pensamiento, el profesor que nos enseña desde otro momento pasado, la materialización de una idea, el que nos puede enfadar en silencio, provocar lágrimas, imaginar, crecer, soñar…Podríamos leerlos mil veces y encontrar siempre algo nuevo, que parecía que anteriormente no había estado allí.

No se ciertamente si tengo yo las palabras suficientes para expresar mi cariño por los libros. Desde muy pequeña estoy unida a ellos y no sin llevarme decepciones, al contrario, pero también muchos de los mejores momentos los he pasado leyendo. Encontrar un libro que provoque algo en ti es increíble, es mágico. Saber que tienes esos “cuántos” libros ahí en la mesa, bien cerca de tu mano, para poder ojearlos más de una vez y volverte a asombrar leyendo esas frases que te has marcado porque te han llegado de una u otra forma, leer más abajo, y encontrar otro párrafo que dice algo que antes no habíamos caído en que ahí estaba. Siento nervios y alegría cada vez que toco un libro nuevo, y ¡qué decir si los veo! No puedo vivir sin ellos, creo firmemente que son la llave de nuestro pensamiento, de nuestro interior y indirectamente nos hacen encontrar cosas en nosotros mismos que nos sorprende saber que estaban antes y no las podíamos ver. Nos hacen madurar, cambiamos nuestra lectura a la vez que crecemos, descubrimos cosas nuevas, releemos pero aunque sea el mismo libro que hace 10 años, no lo vemos igual, se convierte en una lectura de descubrimiento, vamos haciendo nuestra propia biblioteca añadiendo y quitando volúmenes. Los best-seller pasan muchos a la parte trasera, para dejarnos descubrir a esos libros que de pequeños solo con escuchar el nombre de los autores temblábamos de aburrimiento, esos llamados clásicos, que ahora tanto deseamos. Muchos de estos también nos causaran desengaños porque no podemos esperar tener idéntico criterio que el resto.

Cuando la lectura empezó a formar parte de mi vida era solo una niña, pero cada vez se instaló con más firmeza, hasta conseguir hacer de mí una estudiante de teoría de la literatura. Simplemente el placer que esto me produce es indescriptible, el vivir cada día rodeada de libros nuevos para mí, pero viejos en edad, es una de las cosas que más feliz me hace. Valoro cada línea que veo, cada página que paso, intento absorber y quedarme con lo mejor de cada texto y si me llevo mal sabor de boca con alguno, ya vendrá otro mejor.

Gracias vida por dar la oportunidad de elegir este camino, gracias palabras por existir y ingeniárnoslas para ver la luz de poder escribir. Simplemente genial y orgásmico.

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